En memoria del 11M recupero el manifiesto que
escribí en su día.
MANIFIESTO CONTRA LA VIOLENCIA Y POR LA VIDA
NO ENTIENDO POR QUÉ
Por
más que le doy mil vueltas hoy no puedo escribir sobre otra cosa que no sea el
11 de Marzo. El día está espléndido y el sol luce como siempre, pero hay muchos
que ya no lo verán. Una amiga mía se ha librado de la catástrofe porque llegó a
coger el tren de cercanía dos minutos tardes. Un joven, que andaba por allí,
decía que tenía 25 años y que siempre había vivido en la democracia. ¿No son
hermosas estas palabras? ¡Cuántos padres de familia no volverán nunca a su
hogar! ¡Cuántas madres desconsoladas han dejado de besar las mejillas de sus
hijos con el más tierno afecto! ¡Cuántos jóvenes han dejado sus ilusiones rotas
entre los amasijos de hierro!
No
existe un bien material, ni un bien moral, que esté por encima de la vida
humana, si no es una idea que reincida
en el bien y la supervivencia colectiva de todo un pueblo. Por eso, si queremos
luchar por esa idea, cambiemos el sentido de la palabra “lucha”. Luchemos sí,
pero desde actitudes pacifistas y nobles, y confiando en el poder de la
palabra.
Diréis:
“Ya lo hacía Cicerón en la antigua Roma y por ello fue decapitado. Su cabeza
fue expuesta públicamente en el foro de Roma con un clavo atravesándole la
frente, en señal de aquellos que querían matar el pensamiento”. Pero de eso han
pasado miles de años. El mundo ha conocido el progreso y el desarrollo
científico y tecnológico, y no podemos seguir actuando en la barbarie.
Es
cierto que no se puede permitir que haya niños y adultos que mueren, en muchos lugares
del planeta, a causa de la enfermedad y del hambre, a causa de la ambición
desmesurada de otros hombres que sólo crecen en el poder y la gloria. ¡Mentes
enfermizas con toda seguridad!
Pero
también es cierto que la violencia engendra más violencia, que la guerra sólo
engendra odio, rencor y venganza. Por eso, precisamente por eso, debemos volver
a la nobleza de la palabra.
Hay
un lugar para que todos podamos vivir en paz, en armonía con nuestras creencias
y en el respeto de las ideas ajenas.
¡No
podemos justificar la alternativa de matar!
¡¡NO
ENTIENDO POR QUÉ!!
Cuanta verdad hay en tus palabras,y que bonito recuerdo para los que se fueron.
ResponderEliminarUn saludo