Después me enfrentaré a los usurpadores de almas, una especie de seres que quieren robar el alma ajena y construirse con ella un paraíso de honestidad que desconocen, porque, al fin y al cabo, ¿qué es una persona sin su alma? Mas yo no dejaré que me roben la mía que tan fielmente está pegada a mi piel, y que por los poros de su inconsciencia, también de su voluntad, rezuma lealtad para con el prójimo y es la herencia que quiero dejar a las generaciones futuras, pues todavía, amiga mía, hoy por hoy, nos mueve la fe.
Fragmento. Ana Herrera.
La carta completa en http://www.sur-revista-de-literatura.com/
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