Es el tiempo de las horas violetas,
me repito cada tarde cuando
bajo a la playa y el peso del día ...
queda atrás como fantasma entre visillos
del pasado. Un beso de espuma resbala
por las marcadas líneas de mis caderas,
manantial que busca las primicias del deseo,
y mi conciencia me sorprende vestida
de otro ser: el mar ya no es el mar,
sino espejo de luna donde quedan presos
mis sentidos y mañana…, una ilusión
tenue que camina hacia la locura del sueño.
De vuelta, en el silencio de la habitación,
presiento la llegada del otoño.
Se acerca septiembre.
Un viento frío me hace cerrar la ventana.
Me estremezco ligeramente al sentir
en la mirada los ojos extraños de la noche.
Corro las cortinas y me desvisto,
y la desnudez de mis años aparece
plena de fantasía.
Él acaricia mis senos desnudos,
despierta el vergel de mis sentidos,
mientras yo me abandono sin remedio
al contacto de las horas violetas.
me repito cada tarde cuando
bajo a la playa y el peso del día ...
queda atrás como fantasma entre visillos
del pasado. Un beso de espuma resbala
por las marcadas líneas de mis caderas,
manantial que busca las primicias del deseo,
y mi conciencia me sorprende vestida
de otro ser: el mar ya no es el mar,
sino espejo de luna donde quedan presos
mis sentidos y mañana…, una ilusión
tenue que camina hacia la locura del sueño.
De vuelta, en el silencio de la habitación,
presiento la llegada del otoño.
Se acerca septiembre.
Un viento frío me hace cerrar la ventana.
Me estremezco ligeramente al sentir
en la mirada los ojos extraños de la noche.
Corro las cortinas y me desvisto,
y la desnudez de mis años aparece
plena de fantasía.
Él acaricia mis senos desnudos,
despierta el vergel de mis sentidos,
mientras yo me abandono sin remedio
al contacto de las horas violetas.
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