A Wallada, última princesa Omeya del Califato de Córdoba. S.XI. Poeta Andalusí.
¿Pasarían esta palabras por su mente cuando le comunicaron la muerte de su amado poeta Ibn Zaydûn?
EL AMOR DE UNA DIOSA
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¿Pasarían esta palabras por su mente cuando le comunicaron la muerte de su amado poeta Ibn Zaydûn?
EL AMOR DE UNA DIOSA
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Hoy me ha llegado la noticia de tu muerte. Dicen que preparabas tu regreso a la ciudad. Cuando nos despedimos en esta misma terraza, hace ahora más de treinta años, tú confiabas en que volveríamos a vernos. Yo sabía que eso no ocurriría nunca, pero hoy el dulce sabor a dátiles del nabid se ha vuelto hiel entre mis labios. ¡Cuántas noches he paseado por estos aposentos silenciosos del palacio sintiendo el calor de tus besos sobre mi cuello o tus manos calurosas en mi cintura! Ascuas de deseo eran tus ojos, y mi piel, cuando notaba tu cercanía, porque tú, mi querido Zaydûn, fuiste el único dueño de mi corazón pese al tiempo y la distancia. Muchas tardes desde el alféizar, embriagada por el olor a arrayanes, camomila y romero, he contemplado los campos solitarios de mi niñez, aquellos a los que entregaba mis confidencias, y las cumbres doradas en la lejanía, sésamo de mis delirios, allí en la Munya del Romano, rodeada del cariño de mi padre, antes de que se volviera contra mí, y protegida siempre por la tierna mirada de mi madre y por mi fiel y querida Habiba, que nunca se apartaría de mi lado. Y he revivido nuestros largos paseos bajo la luna, entre los rosales, adelfas y jacintos del huerto, nuestras veladas dedicadas a la poesía, que ante el asombro de muchos cautivaban el alma ajena, y nuestro afán por recuperar aquel pasado de gloria.
Mas las luchas civiles, tus celos y tu rabia incontrolada pesaron sobre mis palabras de amor. Después de tu huida, cerré un día el salón y fui poeta en la calle. Ahora estoy vieja y cansada, pero presiento que aún no ha llegado mi final, y seguiré alzando mi voz entre los ecos de mi Córdoba amada, pues yo, Walläda, “Nací, por Dios, para la gloria, y camino, orgullosa, mi propio destino”.
Ana Herrera: "Una mujer, una historia". Ed, Alfar.
Mas las luchas civiles, tus celos y tu rabia incontrolada pesaron sobre mis palabras de amor. Después de tu huida, cerré un día el salón y fui poeta en la calle. Ahora estoy vieja y cansada, pero presiento que aún no ha llegado mi final, y seguiré alzando mi voz entre los ecos de mi Córdoba amada, pues yo, Walläda, “Nací, por Dios, para la gloria, y camino, orgullosa, mi propio destino”.
Ana Herrera: "Una mujer, una historia". Ed, Alfar.
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