Otoño.
El cielo de color ceniza cubre las enredaderas del jardín
y algún pájaro solitario cruza entre los tejados del puerto.
El viento acaricia levemente las hojas de la platanera
y una lluvia suave pinta aún más negro el estiércol
de los arriates y más verde las ramas del seto.
El tallo del rosal tiene dos bellas rosas
de terciopelo amarillo y vetas de fuego,
por siempre
inclinado. ¡Quiere besar la tierra!
Un suspiro en la boca susurra hermosos versos tras los
cristales
y la voz del otoño eternamente llama a los siglos que la
mecen
ante las nuevas miradas.
Otoño,
que deshojarás los árboles de la ribera
y cubrirás de gotas mi calle,
impertérrito, siempre estarás ahí.
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