Todavía se
discute la autenticidad del retrato, firmado por Juan de Jáuregui, que
conservamos de Cervantes, pero sus rasgos coinciden con los descritos por el
propio autor del Quijote en el prólogo de las Novelas Ejemplares:
Este que veis aquí, de rostro aguileño, de
cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva,
aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que
fueron de oro; los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni
crecidos, porque no tiene sino seis y esos mal acondicionados y peor puestos,
porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos
extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena, algo
cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del
autor de la Galatea y de Don Quijote de la Mancha”.
Después añadió:
“Aunque tartamudo, no lo será por decir verdades”. De una frase de una
carta de Lope de Vega, parece que usaba “anteojos”
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