miércoles, 3 de febrero de 2016

Fragmento: "Zayda. Una princesa ejemplar". En "Una mujer, una historia", Ediciones Alfar. Entregada a Alfonso VI de Castilla para cerrar un pacto. El rey se enamoró locamente de ella.
-¿Por qué lloras, amada mía?
-Tu ejército llegó tarde. Se rindió Sevilla. Ya mis padres han partido para el exilio –respondió Zayda a su esposo con la voz sobrecogida por el sufrimiento.
-Lo sé, han regresado mis emisarios. Mas tú no debes estar tan triste. Tus padres son fuertes, mantendrán su dignidad hasta el final de sus días –contestó Alfonso con dulzura tratando de infundirle ánimo con sus palabras.
-Presiento que entre los lejanos picos del Atlas, mis padres morirán de tristeza, pero también sé que la poesía será un bálsamo refrescante para el cansancio de sus almas doloridas. ¿Sabes? Mis hermanos siguen luchando por otras tierras y mi hermana Butayna, poeta como ellos, ha sido vendida a un rico comerciante de Sevilla, quien sin duda la casará con alguno de sus hijos. Las más pequeñas también han partido para el exilio. Ellas serán su consuelo.
-Ven, esposa mía, el día está espléndido y el sol luce como nunca. Daremos un paseo por el jardín. Florecen los azahares en los naranjos y limoneros que he mandado plantar para ti, como en Sevilla.
Alfonso rodeó amorosamente la delicada cintura de Zayda, la atrajo hacia sí con fuerza y besó sus cálidos labios con la pasión de un esposo enamorado. Luego apretó su mano cariñosamente y abandonaron la estancia, vamos, el paseo te sentará bien, mi regina divina, amantísima y dilectísima esposa. El pequeño Sancho, entre alocadas correrías y travesuras, les salió al encuentro.

Ana Herrera

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