Fragmentos. "Domicia Paulina. La rectitud moral". En "Una mujer, una historia". Ediciones Alfar.
Otra gran mujer de Andalucía, Domicia Paulina, sobrina de Trajano y hermana de Adriano, los emperadores béticos.
Otra gran mujer de Andalucía, Domicia Paulina, sobrina de Trajano y hermana de Adriano, los emperadores béticos.
La tarde tenía un tono violeta que irradiaba felicidad y, al mismo tiempo, algo de melancolía en el corazón sensible de aquellas dos mujeres.
Domicia Paulina era una joven alegre. Se sentía contenta de haber nacido entre las viñas y los olivos de la hermosa ciudad de Itálica. Reía y saltaba alrededor de su madre mientras paseaban tranquilamente entre los cipreses y plantas aromáticas del espléndido jardín que rodeaba su regia villa, como solían hacer casi todas las damas de la alta sociedad bética.
-Todos dicen que he heredado tu gracia, madre.
-Sí, hija, es la gracia del pueblo gaditano.
-¿Sabes, madre?, de mayor me gustaría ser actriz.
-¿Por qué no, hija? No sé si te he contado alguna vez que las mejores bailarinas del imperio romano han salido de nuestra tierra.
-Ya lo sabía, madre. Yo misma siento la llamada del teatro en la sangre. Además seguiré llevando tu nombre con orgullo, seré la actriz Domicia Paulina.
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Domicia Paulina era una joven alegre. Se sentía contenta de haber nacido entre las viñas y los olivos de la hermosa ciudad de Itálica. Reía y saltaba alrededor de su madre mientras paseaban tranquilamente entre los cipreses y plantas aromáticas del espléndido jardín que rodeaba su regia villa, como solían hacer casi todas las damas de la alta sociedad bética.
-Todos dicen que he heredado tu gracia, madre.
-Sí, hija, es la gracia del pueblo gaditano.
-¿Sabes, madre?, de mayor me gustaría ser actriz.
-¿Por qué no, hija? No sé si te he contado alguna vez que las mejores bailarinas del imperio romano han salido de nuestra tierra.
-Ya lo sabía, madre. Yo misma siento la llamada del teatro en la sangre. Además seguiré llevando tu nombre con orgullo, seré la actriz Domicia Paulina.
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Aquella tarde en el teatro Domicia cumplió el sueño de su vida. Se presentó ante todos como la primera actriz dramática de la obra que se iba a representar. Recitaba con la gracia de los genes hispanos heredados de su madre y repartidos por todo su ser. El público aplaudía y aplaudía honrando a la nueva estrella. El aire se llenó de vítores y de suspiros. Ella lo agradeció. Y luego pasaron muchos veranos y muchos inviernos, muchos otoños y muchas primaveras.
Adriano le negó los honores fúnebres propios de la familia imperial, y ante la ira del pueblo escandalizado dio su nombre a una ciudad egipcia que había levantado en honor a un amado amigo, porque Domicia Paulina, que siempre había seguido con sus largos paseos entre las plantas aromáticas de su jardín, se fundió un día con el tono violeta de la tarde y nunca más volvió.
Adriano le negó los honores fúnebres propios de la familia imperial, y ante la ira del pueblo escandalizado dio su nombre a una ciudad egipcia que había levantado en honor a un amado amigo, porque Domicia Paulina, que siempre había seguido con sus largos paseos entre las plantas aromáticas de su jardín, se fundió un día con el tono violeta de la tarde y nunca más volvió.
Ana Herrera
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